La Alharaca Hecha Por Los Evolucionistas En Su Busqueda De Respuestas A La Generacion De La Vida
La cuestión de "cómo aparecieron por primera vez los seres vivientes" es un atolladero tan crítico para los evolucionistas que generalmente ni siquiera intentan tratar el tema de manera fugaz. Buscan pasarlo por alto diciendo: "las primeras criaturas iniciaron su existencia como resultado de algunos sucesos fortuitos en el agua". Están frente a un obstáculo que por ningún medio pueden evitar. A pesar de los argumentos paleontológicos sobre la evolución, en el tema del que nos ocupamos ahora no tienen ningún fósil disponible para distorsionar y malinterpretar las cosas como desean, con el objeto de sostener sus aseveraciones. Por lo tanto la teoría de la evolución es refutada definidamente desde el inicio.
Hay un punto importante a tener en consideración: si se prueba como imposible algún paso del proceso evolucionista, ello es suficiente para evidenciar que la teoría en su conjunto es totalmente falsa e inválida. Por ejemplo, si se prueba que la formación azarosa de las proteínas es imposible, todas las otras pretensiones consideradas en los pasos sucesivos de la evolución también quedan refutados. Después de esta etapa se vuelve sin sentido tomar los cráneos de un mono y de un ser humano y realizar especulaciones acerca de ellos.
La forma en que los organismos vivientes pasaron a existir a partir de elementos inorgánicos, es algo que los evolucionistas no quisieron ni mencionarlo durante mucho tiempo. Sin embargo, esta cuestión que ha sido evitada constantemente pasó a ser un problema inevitable y entonces se ensayaron soluciones mediante una serie de estudios en el segundo cuarto del siglo XX.
La pregunta principal era: ¿Cómo apareció la primera célula viva en la atmósfera primitiva de la Tierra? En otras palabras, ¿qué tipo de explicación podrían dar a este problema los evolucionistas?
La respuesta se buscó a través de experimentos. Los científicos e investigadores evolucionistas llevaron a cabo experimentos de laboratorio dirigidos a responder esas preguntas, pero no crearon mucho interés. El estudio más estimado sobre el origen de la vida resulta el llamado Experimento Miller dirigido por el investigador norteamericano Stanley Miller en 1953. (También se lo conoce como "Experimento Urey-Miller" debido a la contribución de Harold Urey, maestro de Miller en la Universidad de Chicago).
Dicho experimento es la única pretendida "evidencia", usada para probar la "tesis de la evolución molecular" y presentada para señalar la primera etapa del período evolutivo. A pesar de haber pasado cerca de medio siglo y de haberse alcanzado grandes desarrollos tecnológicos, nadie ha dado un paso más en la materia. Con todo, el Experimento Miller es aún incluido en los libros de texto como la explicación de la evolución de la primera generación de algo viviente. Al ser conscientes los evolucionistas que esos estudios en vez de respaldar sus tesis las refutan, deliberadamente evitaron efectuarlos.
El Experimento Miller
El objetivo de Stanley Miller era presentar un descubrimiento experimental que indicara que los aminoácidos, los "ladrillos" que forman las proteínas, pudieron haber pasado a existir casualmente en la Tierra sin vida hace billones de años.
Miller usó en el experimento una mezcla de gases, que asumió habían existido en la atmósfera primordial (cosa que después se demostró irreal), compuesta de amoníaco, metano, hidrógeno y vapor de agua. Dado que estos gases no reaccionarían entre sí bajo las condiciones naturales, agregó en ese medio ambiente creado por él una energía que estimulase el inicio de dicha reacción. Al suponer que dicha energía pudo provenir de destellos luminosos, usó una descarga eléctrica artificial como substituto.
Hirvió esa mezcla de gases a 100°C durante una semana y además le introdujo una corriente eléctrica. Al finalizar la semana analizó los elementos químicos que se formaron en el fondo de la probeta y observó que se habían sintetizado 3 de los 20 aminoácidos que constituyen los elementos básicos de las proteínas.
El experimento provocó una gran excitación entre los evolucionistas y fue promovido como un éxito descollante. Además, en un estado de euforia intoxicante, distintas publicaciones pusieron títulos como "Miller crea vida". Sin embargo, las moléculas que Miller había conseguido sintetizar eran solamente algunas moléculas "orgánicas".
Animados por el experimento los evolucionistas produjeron de inmediato nuevos escenarios. Se hicieron hipótesis apresuradas sobre la formación de otros aminoácidos. Se supuso que los mismos se habrían unido posteriormente en las secuencias apropiadas de forma accidental para dar lugar a las proteínas. Se supuso que algunas de esas proteínas formadas por casualidad se autoubicaron dentro de estructuras que hacían de membranas, estructuras que pasaron a existir "de alguna manera", con lo que se formó una célula primitiva. Se supuso que con el tiempo las células se unieron y formaron organismos vivientes. De todos modos, el experimento de Miller no fue otra cosa que una artimaña, la cual se ha demostrado desde entonces falsa en muchos aspectos.
El Experimento Miller Resulto Ser Solamente Una Ficcion
El Experimento Miller buscaba probar que los aminoácidos podían formarse por sí mismos bajo las condiciones primordiales terrestres, cosa que resulta incoherente con una serie de puntos.
1. Al usar Miller un mecanismo llamado "trampa de frío", aisló los aminoácidos del entorno apenas se formaron. Si no hubiese hecho eso, las condiciones del medio ambiente habrían destruido inmediatamente esas moléculas.
Sin duda, este tipo de mecanismo de aislamiento consciente no existía bajo las condiciones de la Tierra primitiva. Sin ese mecanismo, aunque se hubiese obtenido un aminoácido, se habría extinguido sin tardanza. El químico Richard Bliss expresa esta incoherencia así: "En realidad, sin esta trampa de frío, los productos químicos habrían sido destruidos por la fuente eléctrica."100
Realmente Miller, en sus experimentos anteriores, no pudo formar ni un solo aminoácido valiéndose de los mismos elementos pero sin la trampa de frío.
2. La atmósfera primitiva que Miller intentó simular en su experimento no era realista. En la década de 1980 los científicos estuvieron de acuerdo que en ese medio ambiente (el del experimento) deberían haberse colocado nitrógeno y dióxido de carbono en vez de metano y amoníaco. Después de un largo silencio el propio Miller confesó que la atmósfera que usó en su experimento no se ajustaba a la realidad.101
Entonces, ¿por qué insistió Miller en los gases usados? La respuesta es simple: sin amoníaco era imposible sintetizar un aminoácido. Kevin Mc Kean nos cuenta esto en un artículo publicado en la revista "Discover":
"Miller y Urey imitaron la atmósfera antigua de la Tierra con una mezcla de metano y amoníaco. Según ellos, la Tierra era una auténtica mezcla homogénea de metales, rocas y hielo. Sin embargo, en los últimos estudios se comprendió que la Tierra era muy caliente en esos tiempos y que se componía de níquel y hierro fundido. Por lo tanto la atmósfera química de entonces habría estado formada principalmente de nitrógeno (N2), dióxido de carbono (CO2) y vapor de agua (H2O). de todos modos, éstos no son tan apropiados como el metano y el amoníaco para la formación de moléculas orgánicas."102
Los científicos norteamericanos J. P. Ferris y C. T. Chen repitieron el experimento de Miller en un medio ambiente que contenía dióxido de carbono, hidrógeno, nitrógeno y vapor de agua, y fueron incapaces de obtener aunque más no sea una sola molécula de aminoácido.103
3. Otro punto importante que invalida el experimento de Miller es que había suficiente oxígeno para destruir todos los aminoácidos en la atmósfera en el momento que se pensaba se formaban. Este hecho, pasado por alto por Miller, se revela por los rastros de hierro oxidado y uranio encontrados en las rocas, a las que se estima una edad de 3,5 billones de años.104
Otros descubrimientos indican que la cantidad de oxígeno en ese estadio era mucho más elevada que los supuesto originalmente por los evolucionistas. Los estudios también enseñan que en ese momento la cantidad de radiación ultravioleta a la que estaba expuesta la Tierra era 10 mil veces mayor que la considerada por los evolucionistas. Esa intensa radiación ultravioleta inevitable habría liberado oxígeno por medio de la descomposición del vapor de agua y el dióxido de carbono existentes en la atmósfera.
Esta situación anula completamente el experimento de Miller, en el cual el oxígeno fue totalmente desconocido. Si se hubiese usado oxígeno en el experimento, el metano se habría descompuesto en dióxido de carbono y agua, y el amoníaco se habría descompuesto en nitrógeno y agua. Por otra parte, en un medio ambiente donde no existe oxígeno, tampoco debería haber existido un estrato de ozono y por lo tanto los aminoácidos se habrían destruido de inmediato dado que hubiesen estado expuestos a rayos ultravioletas muy intensos. En otras palabras, con o sin oxígeno en el mundo primordial, el resultado habría sido un medio ambiente destructor de los aminoácidos.
4. Al finalizar el experimento de Miller se habían formado muchos ácidos orgánicos con características nocivas para la estructura o función de los organismos vivientes. Si los aminoácidos no hubiesen sido aislados y se los hubiese dejado en el mismo medio ambiente con esos elementos químicos, habría resultado inevitable su destrucción o transformación en distintos compuestos a través de las reacciones químicas.
Además, un gran número de dextrógiros se forman al final del experimento105, los cuales refutan la teoría incluso en el marco de su propio razonamiento, porque esos aminoácidos son los que resultan incapaces de funcionar en la composición de organismos vivientes. Para concluir, las circunstancias en que se formaron los aminoácidos en el experimento de Miller no eran las apropiadas para la vida. En realidad, ese medio tomó la forma de una mezcla ácida destruyendo y oxidando las moléculas útiles obtenidas.
Hay una realidad concreta que señalan todos estos hechos: el experimento de Miller no puede suponer haber demostrado que los organismos vivos se formaron por casualidad bajo las condiciones primitivas de la Tierra. El experimento en su conjunto no es más que un experimento controlado de laboratorio y con un fin determinado, es decir, sintetizar aminoácidos. La cantidad y tipos de gases usados en el experimento fueron determinados de manera ideal para posibilitar la formación de los aminoácidos. La energía provista al sistema tampoco fue una cantidad cualquiera sino una establecida con precisión para posibilitar que ocurran las reacciones necesarias. Los instrumentos del experimento fueron aislados para no permitir que se escurra allí algún elemento perjudicial, dañino o de cualquier otro tipo que obstruya la formación de los aminoácidos que probablemente estuvieron presentes en las condiciones primitivas del planeta. En el experimento no fue incluido ningún elemento, minerales o mixturas que sí existían en aquella época, los cuales posiblemente modificarían el curso de las reacciones. El oxígeno, que habría evitado la formación de los aminoácidos debido a la oxidación, es solamente uno de esos elementos destructores. Incluso bajo las condiciones ideales de laboratorio era imposible que los aminoácidos mantuvieran su existencia y evitaran la destrucción sin la intervención del mecanismo de la trampa de frío.
En verdad, con este experimento los evolucionistas se autorrefutan porque, si demuestra algo, es que los aminoácidos se pueden producir solamente en el medio ambiente controlado de un laboratorio, donde todas las condiciones están diseñadas específicamente a través de la intervención consciente.
La razón por la que los evolucionistas no aceptan esta realidad evidente es su ciega adhesión a prejuicios totalmente no científicos. Algo bastante interesante es lo confesado por Harold Urey, quien organizó el experimento con su alumno Stanley Miller:
La razón por la que los evolucionistas no aceptan esta realidad evidente es su ciega adhesión a prejuicios totalmente no científicos. Algo bastante interesante es lo confesado por Harold Urey, quien organizó el experimento con su alumno Stanley Miller:
"Todos los que estudiamos el origen de la vida encontramos que cuanto más examinamos tanto más percibimos que es demasiado compleja para haberse producido por evolución en cualquier parte. Creemos, como un artículo de fe, que la vida se desarrolló a partir de la materia inerte existente en este planeta. (Pero) su complejidad, precisamente, es demasiado grande para imaginarnos cómo se produjo."106
La Atmosfera Del Mundo Primordial Y Las Proteinas
A pesar de todas las incoherencias citadas antes, los evolucionistas aún se refieren al experimento de Miller para evitar hablar de cómo se formaron los aminoácidos por sí mismos en la atmósfera primordial del mundo. Incluso hoy día continúan engañando a las personas, pretendiendo que el problema quedó resuelto por medio de ese experimento falaz.
Sin embargo, para explicar la segunda etapa del origen de la vida, los evolucionistas enfrentaron un problema incomparablemente más grande que el de la formación de los aminoácidos: las “proteínas”, es decir, los ladrillos que edifican la vida, compuestas de cientos de aminoácidos diferentes, uniéndose entre sí con un orden dado.
Suponer que las proteínas se formaron por casualidad bajo las condiciones naturales es mucho más irreal e irrazonable que pretender que los aminoácidos se formaron de modo azaroso. En las páginas anteriores hemos estudiado la imposibilidad, según el cálculo de probabilidad, de la unión casual de los aminoácidos en la secuencia apropiada para formar las proteínas. Ahora examinaremos la imposibilidad de que se produzcan las proteínas bajo las condiciones primordiales de la Tierra.
No Es Posible La Sintesis De La Proteina En El Agua
Los aminoácidos al combinarse para formar proteínas componen una unión o ligazón especial entre ellos llamada "unión peptídica ". Durante la formación del enlace peptídico se libera una molécula de agua.
Este hecho impugna definidamente la explicación evolucionista de que la vida primordial se originó en el agua porque de acuerdo al Principio de Le Châtelier no es posible químicamente que una reacción que libere agua (reacción de condensación) tenga lugar en un medio ambiente acuoso. Se dice que la posibilidad de que ello ocurra es la menor entre todas las reacciones químicas.
De aquí que los océanos, supuestamente los lugares donde comenzó la vida y se originaron los aminoácidos, definidamente no sean ambientes apropiados para que estos últimos formen proteínas. Por otra parte, sería irracional que los evolucionistas cambien la forma de pensar y sostengan que la vida comenzó en la tierra, porque el único medio ambiente en donde los aminoácidos podrían haber estado protegidos de los rayos ultravioletas es el mar y los océanos. El Principio de Le Châtelier refuta el supuesto de la formación de la vida en el mar. Este es otro dilema que confronta la evolución.
Otro Esfuerzo Desesperado: El Experimento De Fox
Desafiados por el dilema anterior, los evolucionistas empezaron a inventar escenarios irreales sobre este "problema del agua" que rebatía absolutamente sus teorías. Sydney Fox fue uno de los más conocidos entre esos investigadores. Para resolver ese problema presentó una teoría según la cual los primeros aminoácidos deben haber sido arrastrados a algunos acantilados o zonas escarpadas cerca de un volcán, inmediatamente después de formarse en el océano primitivo. El agua contenida en la mezcla que incluía los aminoácidos debe haberse evaporado cuando aumentó la temperatura por sobre el punto de ebullición. De esa manera los aminoácidos, que quedaron "secos", pudieron haberse combinado para formar las proteínas.
Sin embargo, este "complicado" subterfugio no fue tenido en cuenta por mucha gente porque los aminoácidos no podían soportar temperaturas tan elevadas, como lo verificaron los investigadores.
Pero Fox no cedió y combinó los aminoácidos purificados obtenidos en el laboratorio, "bajo condiciones muy especiales", calentándolos en un medio ambiente seco. Los aminoácidos se combinaron pero, así y todo, no se obtuvo ninguna proteína. Lo único que consiguió realmente fue anillos desordenados y simples de aminoácidos, combinados arbitrariamente. Y esos anillos estaban lejos de asemejarse a una proteína viva. Además, si Fox habría mantenido los aminoácidos a una temperatura estable, entonces esos anillos inservibles también se habrían desintegrado.107
Otro punto que anuló el experimento fue que Fox no usó los productos finales inservibles obtenidos en el experimento de Miller sino aminoácidos puros de organismos vivos. De todos modos, este experimento, hecho con la intención de que sea la continuación del de Miller, tuvo que echar mano a los resultados obtenidos por Miller. No obstante, ni Fox ni ningún otro investigador usó los aminoácidos inservibles producidos por Miller.108
El experimento de Fox no fue recibido positivamente ni siquiera en los círculos evolucionistas porque estaba claro que las cadenas de aminoácidos inservibles (proteinoides) que obtuvo no podían formarse bajo condiciones naturales. Con todo, las proteínas --unidades básicas de la vida-- no pudieron ser producidas. El problema del origen de las proteínas seguía quedando en pie. En un artículo del decenio de 1970 en la revista de ciencia popular "Chemical Engineering News" se mencionó de la siguiente manera el experimento de Fox:
"Sidney Fox y otros investigadores procuraron unir los aminoácidos en la forma de 'proteinoides' usando técnicas de calentamiento muy especiales bajo condiciones que en realidad eran totalmente inexistentes en las etapas primitivas de la Tierra. Además, (esos aminoácidos) no son para nada similares a las proteínas regulares presentes en los organismos vivos. No se trata sino de manchas irregulares, inservibles. Se ha expresado que incluso si ese tipo de moléculas se hubiese producido en las primeras épocas de la Tierra, habrían sido destruidas definidamente."109
En realidad, las proteínas que había obtenido Fox eran totalmente distintas de las proteínas reales tanto en su estructura como en su función. La diferencia entre las proteínas y los "proteinoides" eran tan grande como la diferencia entre un artefacto de elevada tecnología y un montón de materias primas sin procesar.
Además, no hay ninguna posibilidad para que esas cadenas irregulares de aminoácidos sobrevivan en la atmósfera primordial. Los efectos destructores y dañinos, físicos y químicos, causados por la fuerte exposición ultravioleta y las condiciones naturales inestables, harían que los proteinoides se desintegren. Debido al Principio de Le Châtelier, también resultaba imposible para los aminoácidos combinarse bajo el agua, donde los rayos ultravioletas no los alcanzarían. En vista de esto, la idea de que los proteinoides fueron la base de la vida perdió apoyo eventualmente entre los científicos.
La Molecula Milagrosa: El Adn
Hasta ahora nuestro examen a nivel molecular ha señalado que la formación de los aminoácidos no ha sido esclarecida en lo más mínimo por los evolucionistas. La formación de las proteínas es un misterio, pero el problema no se limita a ellas ni a los aminoácidos: resulta solamente el inicio. La perfecta estructura de la célula lleva a los evolucionistas a otro atolladero. La razón está en que la célula, precisamente, no es una cantidad de proteínas estructuradas por aminoácidos. Es un mecanismo vivo que posee cientos de sistemas desarrollados y es tan compleja que el hombre se ha mostrado incapaz de resolver su misterio. Los evolucionistas no pueden explicar esos sistemas complejos como así tampoco la formación de las unidades básicas de la célula.
En tanto la teoría de la evolución ha sido incapaz de proveer una explicación coherente a la existencia de las moléculas que son la base de la estructura celular, desarrollos habidos en la ciencia genética y el descubrimiento de ácidos nucleicos (ADN y ARN) han producido problemas enteramente nuevos para la teoría de la evolución. El trabajo de los científicos James Watson y Francis Crick sobre el ADN abrieron una nueva era en la biología en 1955. Muchos científicos dirigieron su atención a la ciencia de la genética. Hoy día, después de años de investigación, se ha revelado en gran medida la estructura del ADN.
La molécula llamada ADN que se encuentra en el núcleo de cada una de las 100 millones de células del cuerpo humano, contiene el plan de construcción completo de la misma. La información respecto a las características de la persona, la apariencia física y hasta la estructura de los órganos internos, están registrados en el ADN por medio de un sistema de código especial. La información en el ADN está codificada dentro de la secuencia de cuatro bases especiales que componen esta molécula. Esas bases están especificadas como A, T, G, C, de acuerdo a las letras iniciales de sus nombres. Todas las diferencias estructurales entre las personas dependen de las variaciones en las secuencias de estas letras. Se trata de un tipo de banco de datos compuesto de cuatro letras.
El orden secuencial de las letras en el ADN determina la estructura del ser humano hasta sus más leves detalles. Además de los rasgos como el peso, los ojos, el color de la piel y del cabello, el ADN de una sola célula contiene también el diseño de 206 huesos, 600 músculos, una red de 2 millones de nervios ópticos, 100 billones de células nerviosas, 130 billones de metros de vena y 100 trillones de células en el cuerpo. Si fuésemos a poner por escrito la información codificada en el ADN, tendríamos que compilar una biblioteca gigante consistente de 900 volúmenes enciclopédicos de 500 páginas cada uno. Este increíble volumen de información se encuentra codificado en los componentes del ADN llamados "genes".
¿Puede El Adn Pasar A Existir Por Casualidad?
En este punto hay un detalle importante que merece atención. Un error en la secuencia de los nucleótidos que componen un gen convertiría al mismo en completamente inútil. Cuando se considera que en el cuerpo humano hay 200 mil genes, se hace más evidente lo imposible que es que los millones de nucleótidos que integran esos genes se formen por casualidad en la secuencia correcta. Un biólogo evolucionista, Frank Salisbury, comenta esa imposibilidad al decir:
"Una proteína media incluye unos 300 aminoácidos. El gen, ADN que controla esto tiene unos mil nucleótidos en su cadena. Dado que hay cuatro tipos de nucleótidos en la cadena de ADN, una que consiste de mil enlaces o uniones podría existir en 41000 formas. Usando un poco de álgebra (logaritmos) podemos ver que 41000 = 10600. ¡Diez multiplicado por si mismo 600 veces da una cifra igual a un 1 seguido de 600 ceros! Este número está más allá de nuestro entendimiento."110
Mientras la cifra 10 seguida de once ceros es igual a un billón, una cifra con 600 ceros realmente es difícil de concebir. La imposibilidad de la formación de ARN y ADN por una acumulación casual de nucleótidos es expresada por el científico francés Paul Anger:
"Tenemos que distinguir rigurosamente los dos escenarios en la formación fortuita de moléculas complejas, como los nucleótidos, por medio de acontecimientos químicos: la producción de nucleótidos uno por uno --lo cual es posible-- y la combinación de los mismos en frecuencias muy especiales. Esto último es absolutamente imposible."111
Incluso Francis Crick, quien creyó en la teoría de la evolución molecular durante muchos años, se dio cuenta, después del descubrimiento del ADN, que una molécula así de compleja no se podía formar fortuitamente como resultado de un proceso evolutivo:
"Un hombre honesto, provisto de todo el conocimiento existente en la actualidad, solamente podría decir que, en algún sentido, el origen de la vida se presenta casi como un milagro."112
El profesor evolucionista Ali Demirsoy se vio forzado a hacer la siguiente confesión en la materia:
"De hecho la probabilidad de la formación de una proteína y un ácido nucleico (ADN-ARN) es realmente incalculable. Por otra parte, la posibilidad de la aparición de una cierta cadena de proteína es tan pequeña como para ser llamada astronómica."113
Aquí se presenta una disyuntiva muy interesante: mientras el ADN se puede replicar solamente con la ayuda de algunas enzimas que en realidad son proteínas, la síntesis de las mismas se puede llevar a cabo solamente por medio de la información codificada en el ADN. Como ambos dependen uno del otro, tienen que existir simultáneamente para la duplicación. El microbiólogo norteamericano Jacobson hace el siguiente comentario al respecto:
"Las órdenes de los planes reproductores, para el desarrollo de la secuencia y para la eficiencia del mecanismo que traslada las instrucciones que hacen al desarrollo en conjunto, tenían que estar presentes simultáneamente (cuando comenzó la vida). Esta combinación de sucesos se ha presentado como un acontecimiento accidental increíblemente improbable, y a menudo ha sido adscrito a la intervención divina."114
La cita anterior fue escrita dos años después del descubrimiento de la estructura del ADN por James Watson y Francis Crick. Pero a pesar de todos los desarrollos en las ciencias, el problema sigue sin ser resuelto por los evolucionistas. Dos científicos alemanes, Junker y Scherer, explicaron que la síntesis de cada una de las moléculas requeridas por la evolución química necesita condiciones distintas y que la probabilidad de la combinación de estas substancias, que teóricamente se valen de métodos muy distintos para formarse, es igual a cero:
"Hasta ahora no se conoce ningún experimento con el cual podamos obtener todas las moléculas necesarias para la evolución química. Por lo tanto, es esencial producir distintas moléculas en distintos lugares bajo condiciones muy apropiadas y luego llevarlas a otro lugar para su reacción, protegiéndolas de los elementos dañinos como la hidrólisis y la fotólisis."115
En resumen, la teoría de la evolución es incapaz de demostrar ninguna de las etapas evolutivas que supuestamente ocurren a nivel molecular. El progreso de la ciencia, antes que proveer respuestas a esas cuestiones, las hace aún más complejas e intrincadas.
Resulta muy interesante que los evolucionistas crean en todos esos escenarios imposibles como si cada uno de ellos fuesen una realidad científica. Dado que están condicionados a no admitir la Creación, no tienen ninguna otra posibilidad más que creer en lo imposible. Un conocido biólogo austríaco, Michael Denton, nos habla de esto en su libro Evolution: A Theory in Crisis (La Evolución: Una Teoría en Crisis):
"Para los escépticos, la proposición de que los programas genéticos de los organismos más elevados --consistentes en cerca de mil millones de bits de información, equivalente a la secuencia de letras en una pequeña biblioteca de mil volúmenes que contiene en incontables formas codificadas miles de intrincados algoritmos que controlan, especifican y ordenan el crecimiento y desarrollo de billones y billones de células en la forma de un organismo complejo-- fueron compuestos por un proceso solamente fortuito, resulta, simplemente, una afrenta a la razón. ¡Pero para los darwinistas --que aceptan la idea sin la mínima duda-- el ejemplo tiene prioridad!"116
La Vida Es Algo Superior Al Simple Amontonamiento De Moleculas
Olvidemos por un momento todas las imposibilidades y supongamos que una molécula de proteína se formó en el medio ambiente más inapropiado y libre, como sería bajo las condiciones primordiales de la Tierra. La formación de una sola proteína no sería suficiente. La misma tendría que esperar pacientemente durante miles o millones de años en ese medio ambiente libre de todo control, sin sufrir ningún daño, hasta que se forme otra molécula más, por casualidad, bajo las mismas condiciones. Tendría que esperar hasta que millones de proteínas esenciales y bien hechas se formen una contigua a la otra, en el mismo medio circundante, y todas por "casualidad". Las que se formaron primero tienen que ser lo suficientemente pacientes para esperar --sin ser destruidas a pesar de los rayos ultravioletas y rigurosos efectos mecánicos-- a que se formen las otras exactamente en su adyacencia. Luego esas proteínas, en una cantidad adecuada, originadas todas en el mismo lugar, tendrían que reunirse y dar lugar a combinaciones provechosas para la formación de las organelas de las células. No tiene que interferir ningún material extraño, ninguna molécula dañina o alguna cadena de proteína inútil. Luego, aunque esas organelas fuesen a reunirse de una manera sumamente armoniosa y cooperativa, dentro de un orden y una planificación, todas deben autoposesionarse también de las enzimas necesarias, cubrirse con una membrana y en su interior contener un líquido especial para preparar el medio ambiente ideal requerido. Así y todo, si todos estos sucesos "altamente improbables" ocurrieron realmente de modo casual, ¿pasaría a tener vida ese amontonamiento molecular?.
La respuesta es NO, porque las investigaciones han revelado que la simple combinación de todos los materiales esenciales para la vida no es suficiente para que la vida se inicie. Incluso si todas las proteínas esenciales para la vida fuesen reunidas y puestas en una probeta, ello no resultaría en la producción de una célula viva. Todos los experimentos dirigidos a ese fin han probado ser ineficaces. Todas las observaciones y ensayos indican que la vida solamente se puede originar a partir de la vida. La aseveración de que la vida evolucionó a partir de materiales inertes, en otras palabras, de la "síntesis abiogenética", es una fábula que existe únicamente en los sueños de los evolucionistas y resulta algo en completo desacuerdo con los resultados de todos los experimentos y observaciones.
En este sentido, la vida primera sobre la Tierra se debe haber originado también a partir de otra vida. Es un reflejo de "Hayy", el nombre de Dios (El Dueño de la Vida). La vida solamente puede iniciarse, continuar y finalizar por Su voluntad. En cuanto a la evolución, no solamente es incapaz de explicar cómo se formó la vida, sino que también es incapaz de explicar cómo se han formado y reunido los elementos esenciales para la vida.
Chandra Wickramasinghe describe la realidad que enfrentó como científico a quien siempre se le había dicho que la vida emergió como resultado de coincidencias fortuitas:
"Desde los inicios de mi formación como científico, recibí un fuerte lavado de cerebro para que crea que la ciencia no puede ser compatible con ningún tipo de creación premeditada. Me tuve que desprender de esa idea con gran sufrimiento. Ahora no encuentro ningún argumento racional para echar por tierra el criterio que sostiene la reconciliación con Dios (la vuelta a El). Estamos acostumbrados a tener una mente abierta y ahora comprobamos que la única respuesta lógica (respecto al origen) de la vida es la Creación y no su formación azarosa, accidental, desordenada."117
La Segunda Ley de la Termodinámica invalida la teoría de la evolución
La Segunda Ley de la Termodinámica, aceptada como una de las leyes básicas de la física, sostiene que bajo condiciones normales todos los sistemas dejados a su propias voluntad tienden a volverse desordenados, dispersos y adulterados, en relación directa con el tiempo transcurrido. Todo lo viviente o inerte se agota, deteriora, decae, desintegra y destruye. Este es el fin categórico que todo lo existente enfrentará de una u otra manera. Y de acuerdo a esta ley no hay retorno de este proceso inevitable.
Lo dicho es algo que todos hemos observado. Por ejemplo, si llevamos un auto al desierto y lo dejamos allí, es muy difícil que lo vayamos a encontrar mejor cuando volvamos años más tarde. Por el contrario, veremos que los neumáticos se desinflaron, que las ventanas están rotas, que el chasis se ha aherrumbrado y el motor se ha deteriorado. El mismo proceso inevitable es cierto, e incluso con mayor rapidez, para los organismos vivos.
La Segunda Ley de la Termodinámica es el medio por el cual dicho proceso se define con ecuaciones y cálculos físicos.
A esta famosa ley física se la conoce también como Ley de la Entropía. Entropía es la duración del desorden involucrado en un sistema físico. La entropía de un sistema aumenta mientras el mismo se dirige a un estado más desordenado, disperso y sin proyecto, proviniendo de otro estado ordenado, organizado y planificado. Cuanto mayor es el desorden de un sistema, mayor resulta su entropía. La Ley de la Entropía sostiene que todo el Universo avanza inevitablemente hacia un estado más desordenado, desorganizado, sin planificación.
La validez de la Segunda Ley de la Termodinámica o ley de la Entropía, está establecida experimental y teóricamente. Los más importantes científicos de nuestra época concuerdan en el hecho de que la Ley de la Entropía presidirá como el paradigma normativo el próximo período de la historia. Albert Einstein, el gran científico de nuestra época, dijo que es "la ley principal de toda la ciencia". Sir Arthur Eddington también se refirió a ella como "la ley metafísica suprema de todo el Universo"(1).
La teoría de la evolución es una afirmación que se presenta ignorando totalmente esa auténtica ley básica y universal de la física. El mecanismo ofrecido por la evolución contradice totalmente dicha ley. La teoría de la evolución dice que los átomos y las moléculas desordenados, dispersos e inorgánicos se reúnen espontáneamente con el tiempo en un cierto orden y con cierto plan para formar moléculas extremadamente complejas como las proteínas, el ADN y el ARN, después de lo cual dieron origen a millones de especies vivas distintas con estructuras aún más complejas. Según la teoría de la evolución, ese supuesto proceso que pasa por una estructura más compleja, más organizada, más ordenada y más planificada en La Segunda Ley de la Termodinámica invalida la teoría de la evolución cada etapa, se ha formado por sí mismo bajo las condiciones naturales. La Ley de la Entropía deja en claro que el llamado proceso natural contradice absolutamente las leyes de la física.
Los científicos evolucionistas también son conscientes de esto. Dice J. H. Rush:
"En el curso complejo de su evolución, la vida exhibe un notable contraste con la tendencia expresada en la Segunda Ley de la Termodinámica. Donde esta ley expresa un avance irreversible hacia una entropía creciente y desordenada, la vida desenvuelve continuamente más altos niveles de orden"(2).
El científico evolucionista Roger Lewin expresa el atolladero termodinámico de la evolución en un artículo de la revista "Science":
"Un problema que han enfrentado los biólogos es la aparente contradicción de la evolución con la Segunda Ley de la Termodinámica. Los sistemas deberían deteriorarse con el paso del tiempo, disminuyendo en vez de aumentar el orden"(3).
Otro científico evolucionista, George Stravropoulos habla en la revista evolucionista "American Scientist" de la imposibilidad termodinámica para la formación espontánea de la vida y de la imposibilidad de explicar un mecanismo vivo complejo por medio de las leyes naturales:
"No obstante, bajo condiciones ordinarias, nunca se puede formar espontáneamente ninguna molécula orgánica compleja, sino que más bien se desintegrará, de acuerdo con la Segunda Ley. En realidad, cuanto más compleja es resulta más inestable, y lo que se confirma, más temprano o más tarde, es su desintegración. La fotosíntesis y todos los procesos de la vida, y la vida en sí mismo, a pesar de todo lo que se dice confusamente, deliberadamente o no, no puede comprenderse en términos de la termodinámica o de cualquier otra ciencia exacta"(4).
Como se reconoce, la Segunda Ley de la Termodinámica constituye un obstáculo insuperable para el escenario de la evolución, en términos tanto de la ciencia como de la lógica. Los evolucionistas, incapaces de presentar ninguna explicación coherente y científica para superar ese obstáculo, pueden imponerse al mismo solamente en su imaginación. Por ejemplo, el conocido Jeremy Rifkin señala su creencia de que la evolución anonada esta ley de la física con un "poder mágico":
"La Ley de la Entropía dice que la evolución disipa toda la energía disponible para la vida en el planeta. Nuestro concepto de la evolución es exactamente el opuesto. Creemos que la evolución, de algún modo mágico, crea un valor y orden energético más grande sobre la Tierra"(5).
Estas palabras indican muy bien que la evolución es, plenamente, una creencia dogmática.
El mito del "sistema abierto".
Los evolucionistas, confrontados por todas esas verdades, se tuvieron que refugiar en una Segunda Ley de la Termodinámica destrozada, mutilada, al decir que la misma es cierta solamente para un "sistema cerrado", pero que un "sistema abierto" queda por fuera del campo de esa Ley.
Un "sistema abierto" es un sistema termodinámico en el que la sustancia energética fluye dentro y fuera del mismo, a diferencia de un "sistema cerrado" en el que la energía y sustancia inicial permanecen constantes. Los evolucionistas sostienen que el mundo es un sistema abierto: está constantemente expuesto a una energía que fluye desde el sol, la Ley de la Entropía no se aplica al mundo en su conjunto y los seres vivientes complejos y ordenados pueden generarse a partir de estructuras inanimadas, simples y desordenadas.
Sin embargo, en lo dicho hay una distorsión obvia. El hecho que un sistema tenga un flujo de energía no es suficiente para hacerlo ordenado. Se necesitan mecanismos específicos para que la energía sea funcional. Por ejemplo, un auto necesita un motor, un sistema de transmisión y mecanismos de control para convertir la energía de la gasolina en trabajo. Sin un sistema de conversión energética el auto no será capaz de usar la energía existente en la gasolina.
En el caso de la vida se aplica lo mismo. Es cierto que la vida deriva su energía del sol. Sin embargo, la energía solar puede convertirse en energía química solamente por medio de sistemas de conversión complejos en los organismo vivos. (Como la fotosíntesis en las plantas y los sistemas digestivos de humanos y animales). Nada puede vivir sin esos sistemas de conversión. Sin un sistema de conversión el sol no es más que una fuente de energía destructiva que quema, reseca o funde.
Como se puede ver, un sistema termodinámico sin un mecanismo de conversión de la energía de algún tipo, no es provechoso para la evolución, sea abierto o cerrado. Nadie asevera que un mecanismo así, complejo y consciente, pudo haber existido en la naturaleza bajo las condiciones de la Tierra primitiva. En realidad, el problema a que hacen frente los evolucionistas es la cuestión de cómo pasaron a existir por sí mismos los mecanismos complejos de conversión de energía, como la fotosíntesis en las plantas, cosa que no pudo ser copiada ni siquiera con la moderna tecnología de hoy día.
El influjo de la energía solar en el mundo no tiene ningún efecto que por sí solo produciría orden. Independientemente de lo elevado de la temperatura, los aminoácidos resisten la formación de uniones en secuencias ordenadas. La energía por sí solo no es suficiente para hacer que los aminoácidos formen las moléculas mucho más complejas de las proteínas o para que éstas formen las estructuras organizadas y mucho más complejas de las organelas de las células. La fuente real y esencial de esa organización en todos los niveles es un designio consciente: en una palabra, la Creación.
La "teoría del caos" como escapatoria.
Algunos científicos evolucionistas, totalmente conscientes de que la Segunda Ley de la Termodinámica vuelve imposible la evolución, intentaron cerrar esa brecha por medio de especulaciones. Como siempre, incluso esos esfuerzos señalan que la teoría de la evolución enfrenta una desavenencia irreconciliable de la que no puede escapar.
Una persona distinguida por sus esfuerzos por unir la termodinámica y la evolución es el científico belga Ilya Prigogine. Partiendo de la teoría del caos propuso una serie de hipótesis mediante las cuales el orden tiene lugar desde el caos (desde el desorden). A pesar de sus mayores esfuerzos fue incapaz de concretar esa unión, cosa que se advierte claramente en lo que expresa:
"Hay otra cuestión que nos ha fastidiado durante más de un siglo: ¿qué significado tiene la evolución de un ser viviente en el mundo descrito por medio de la termodinámica, un mundo de un desorden siempre creciente?"(6).
Prigogine, quien sabe realmente bien que las teorías a nivel molecular no son aplicables a los sistemas vivientes, como en el caso de una célula viva, subraya este problema:
"El problema del orden biológico involucra la transición de la actividad molecular al orden supramolecular de la célula. Este problema está lejos de ser resuelto"(7).
Ese es el punto más reciente alcanzado por la Teoría del Caos y las especulaciones conexas. No se ha obtenido ningún resultado concreto que apoye o verifique la evolución o elimine la contradicción de la evolución con la entropía y con otras leyes físicas.
A pesar de todos esos hechos evidentes, los evolucionistas intentaron defenderse con simples subterfugios. Verdades científicas sencillas indican que los organismos vivientes y sus estructuras complejas, planificadas y ordenadas, de ninguna manera pudieron pasar a existir por casualidad bajo circunstancias normales. Este hecho deja en claro que la existencia de lo viviente se puede explicar solamente por la intervención de un poder sobrenatural. Ese poder es la Creación de Dios, Quien creó todo el Universo de la nada. La ciencia ha probado que la evolución es imposible en lo que a la termodinámica concierne, y que la existencia de la vida no tiene ninguna explicación que no sea la Creación.
1 Jeremy Rifkin, Entropy: A New World View, New York: Viking Press, 1980, s. 6.
2 J. H. Rush, The Dawn of Life, New York: Signet, 1962, s. 35.
3 Roger Lewin, "A Downward Slope to Greater Diversity", Science, Cilt 217, 24 Eylül 1982, s. 1239.
4 George P. Stavropoulos, "The Frontiers and Limits of Science", American Scientist, Cilt 65, Kasım-Aralık 1977, s. 674.
5 Jeremy Rifkin, Entropy: A New World View, s. 55.
6 Ilya Prigogine, Isabelle Stengers, Order Out of Chaos, New York: Bantam Books, 1984, s. 129.
7 Ilya Prigogine, Isabelle Stengers, Order Out of Chaos, s. 175
2 J. H. Rush, The Dawn of Life, New York: Signet, 1962, s. 35.
3 Roger Lewin, "A Downward Slope to Greater Diversity", Science, Cilt 217, 24 Eylül 1982, s. 1239.
4 George P. Stavropoulos, "The Frontiers and Limits of Science", American Scientist, Cilt 65, Kasım-Aralık 1977, s. 674.
5 Jeremy Rifkin, Entropy: A New World View, s. 55.
6 Ilya Prigogine, Isabelle Stengers, Order Out of Chaos, New York: Bantam Books, 1984, s. 129.
7 Ilya Prigogine, Isabelle Stengers, Order Out of Chaos, s. 175
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